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Foto del escritorMaria Alejandra Rojas Herrera

Circularidad y la medición de carbono: Un caso de éxito en gestión de residuos orgánicos 🌱🍃

Actualizado: 2 ene

El sistema económico actual es mayormente lineal: Extraemos materias primas, las procesamos para producir productos, los distribuimos, los usamos y cuando terminamos de usar esos productos son desechados como residuos.


En esta economía lineal resultan grandes volúmenes de materiales a extraer y un aumento gigantesco de los residuos que enterramos en el suelo o los disponemos en cuerpos de agua. En una economía circular, en cambio, mantenemos los materiales y recursos en circulación el mayor tiempo posible, minimizando o eliminando los residuos.


Esta circularidad implica mayor calidad y más eficiencia en la producción, un uso de productos más prolongado y el aprovechamiento o reinserción de los residuos en otro proceso productivo. De esta manera se limita la necesidad de extracción de materias primas y la disminución o eliminación completa de residuos en rellenos sanitarios o cuerpos de agua.


La economía lineal que hemos seguido históricamente — “extraer, hacer y desechar” —, ha llevado a los sistemas naturales del planeta a un colapso inminente, al generar gases de efecto invernadero de manera incontrolada hasta lograr el aumento de la temperatura de la tierra.


En este sentido, la circularidad trae beneficios en el ahorro de las emisiones de carbono a través de un diseño de productos más inteligente, disminuir la generación de productos elaborados con materias primas vírgenes, hacer un uso prolongado y minimizar los residuos.


Medición de impacto en carbono: Una visión clara del cambio


El último reporte de brecha de circularidad 2023 (The circularity gap report 2023), informa que a nivel global solo el 7.2 % de los materiales extraídos regresa a un proceso productivo, el resto (más del 90%) se desperdician, se pierden o no se pueden reutilizar durante años.


En América Latina y el Caribe las cifras de circularidad están por debajo de la media global. Según el Reporte de circularidad en Latino América y El Caribe 2022 de ONU ambiente, la generación diaria de residuos es de 541 mil toneladas en los países de América Latina y el Caribe; esto es como tener diariamente 15.457 tractomulas cargadas de residuos y, solo el 5% de los residuos generados se reciclan, el 95% se dispone en rellenos sanitarios o botaderos a cielo abierto.


Aunque el panorama parece desalentador, algunas empresas están contribuyendo a disminuir la brecha de circularidad. A través del uso de herramientas para medir el impacto en carbono de los procesos productivos se logra demostrar que la circularidad trae beneficios a la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero.


En este blog, compartiremos cómo realizamos la medición del impacto en carbono de Control Ambiental, una empresa que implementa tecnologías avanzadas para la generación de compost y acondicionadores de suelos a partir de los residuos del sector alimenticio y podas forestales.



residuos orgánicos


Gestión de residuos orgánicos en Control Ambiental


Para evaluar el impacto en carbono, CarbonBox usó herramientas propias para la recopilación de información de dos escenarios: procesar una tonelada de residuos orgánicos en la planta de compostaje de Control Ambiental en comparación con enviarlos al relleno sanitario.


Mediante un enfoque riguroso y basado en datos actualizados y locales, analizamos diversas variables y factores que influyen en el proceso.


Consideramos aspectos como las emisiones generadas por el transporte de los residuos, el factor de emisión asociado a la descomposición de residuos orgánicos, maderables, de jardinería y papel, la combustión móvil y estacionaria, así como el consumo de energía eléctrica involucrado en el proceso.


Además, también tomamos en cuenta los beneficios ambientales resultantes del compostaje y la fabricación de acondicionadores de suelos enriquecidos con carbono.


Con el uso del Módulo de impacto de CarbonBox, logramos una evaluación completa del análisis de ciclo de vida de una tonelada de residuos y un cálculo preciso del impacto en carbono de su gestión.


Este módulo se encuentra en la nube, permite la medición de impacto de las cadenas de valor y genera como resultado un indicador de ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero por evaluación de ciclo de vida de un producto.


Como resultado, una tonelada de residuos orgánicos procesada en la planta de Control Ambiental ahorra 3,81 toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e) en todo su ciclo de vida, en comparación con enviarla al relleno sanitario Doña Juana.


Demostrando así, que la economía circular tiene un impacto positivo al evitar las emisiones en rellenos sanitarios (tratamientos ya obsoletos y poco eficientes), además del mejoramiento de suelos y beneficios por el uso de sus productos orgánicos.


Control Ambiental ahora conoce el impacto que genera su negocio y ve con potencialidad otros beneficios empresariales como: mejorar la imagen corporativa de la empresa, fortalecer las relaciones con los clientes comprometidos con la sostenibilidad y diferenciarse en un mercado cada vez más consciente.


Este caso de éxito en la gestión de residuos orgánicos demuestra el poder transformador de adoptar prácticas sostenibles y conocer sus impactos. La transformación a sistemas circulares es un desafío que debemos abordar con urgencia.


En la economía circular, todos los actores tienen relevancia y aportan en cierta medida para lograr procesos de producción más eficientes, ciclos de vida de productos mucho más largos y alternativas de aprovechamiento de “residuos”, que ahora debemos llamarlos: subproductos.


En CarbonBox nos impulsa trabajar todos los días por estos procesos y empresas, que con el tiempo están tomando conciencia de la necesidad de aportar en una sociedad más sostenible.

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